Ya no lo recordamos, pero lo sufrimos en la infancia, entre los 3 y 7 años, cuando todo niño o niña está enamorado del progenitor del sexo opuesto. Este amor esta prohibido, es imposible, y de hay nace una rivalidad (el famoso complejo edípico de Freud) con el padre o la madre, en función de cada caso, y un sufrimiento, pero un sufrimiento necesario para crecer.
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Esta falta de memoria afecta a todos (chicos y chicas) y es necesaria para avanzar en la vida y despegarse de los padres. Aunque también es cierto que deja una huella definitiva, más o menos fuerte en cuanto a quien elegimos como compañero amoroso.
Fuente: Sexo Y Sentimientos, libro del DR. Sylvain Mimoun: Tu crees que elegimos pareja por... quizá inconscientemente, como nos recuerdan a nuestros padres?